sábado, 2 de marzo de 2019

Alita: Battle Angel; Nostalgía, Tecnología y Yo.

Un poco más de dos años sin pasar por aquí a escribir. Recapitulando, la última entrada que subí tiene que ver, de hecho, con la revolución que hubo en mi vida desde ese momento en noviembre de 2016 hasta hoy. Pero eso será cuestión de algún otro post.

Hoy fui a ver Alita: Battle Angel, y después de verla y analizarla por un rato, me entró la necesidad de escribir, sobre todo por el hecho de que me trajo una leve nostalgia de por allá de 2003 (uff... 16 años).

Pero hablemos de la película, porque la idea de este post es seguir con la costumbre que había cogido en este blog, de subir mis críticas aficionadas de cine. Alite: Battle Angel es una película dirigida por Robert Rodríguez (por aquí comienza la nostalgia) y escrita por James Cameron (quien también escribió y dirigió Avatar por allá en 2009). La película nos sitúa en el siglo XXVI, año 2563, lo cual es muy gracioso porque es como cuando en los 60s-80s se imaginaban los 2010s; un futuro con la misma tecnología actual pero con un upgrade exagerado. Osea, para 500 años, nos estancamos horrible. Sin embargo, logran sumergirnos en un ambiente tecnológico, slash post-apocaliptíco, slash futurista, de una forma muy natural, donde todo se entienden en la primera media hora (sus reglas, jerarquía y un poco de su historia).

La historia va en torno a una androide de origen incierto, encontrada en un vertedero de chatarra por un médico que repara cyborgs (escribirlo suena más raro que verlo).  La androide, Alita, va desarrollando un proceso de descubrimiento, tratando de recuperar los recuerdos que le permitan saber quién es y por qué está ahí (básicamente lo que nos hace humanos conscientes). Pero se ve enfrentada a un mundo con reglas e imaginarios que para ella no tienen mucho sentido (quisiera completar esta parte viendo las dinámicas de la nueva serie de Netflix, Siempre Bruja, creo que se relacionan bastante, ¿no?). Estas reglas y formas de vida nos muestran algo no muy alejado de cómo vivimos ahora: una mano invisible que usa títeres para asegurar la buena vida de unos pocos, mientras en las ciudades de hierro el resto trata de sobrevivir y muchos otros sueñan con llegar arriba, llegando incluso a "hacer lo que sea necesario" para lograrlo. Y así y todo, queda tiempo para tener romances y vivir una vida "normal" a pesar del fuego alrededor (meme del perrito en medio del incendio).

A pesar de lo absurdo que pueda sonar, este cyberpunk nos transporta a un futuro que no conocemos pero que podemos soñar, al mejor estilo de Robert Rodríguez y James Cameron. Y vuelvo a hacer hincapié en su director porque es ahí donde viene a mi la nostalgia. Robert Rodriguez lo conocemos por films para niños como Mini Espías (1, 2, 3 y la descachada 4) y Las Aventuras de Sharkboy y Lavagirl, películas que marcaron para mi una época importante que veo hoy muy lejana, y que gracias a Alita pude traer otra vez a la memoria. Y es que con el plot twist que tuvo mi vida hace un par de meses, ver esta película en este momento lo vuelve más importante.

Alita: Battle Angel me hizo varios guiños de Robert Rodríguez; la chatarra, el motorball, e incluso la misma Alita. Guiños que me recordaron a Mini Espías 3, la cual me vi en 3D con mi mamá un día del verano de 2003 (el 3D de la época se veía con gafas anaglíficas, las de un lente azul y el otro rojo). Volver la memoria a este año para mi es un blowmind tenaz.

Otra cosa que me vuela es imaginar esa tecnología, y sumergirme en una realidad futura. Lo mismo que hice en ese verano de 2003, cuando por primera vez conocía el concepto de realidad virtual.

Y es que me gusta mucho volver a esos espacios de mi vida que me han traído hasta donde estoy, y recordar cada una de las cosas que me han marcado. Gracias memoria. Al final de todo, es eso más bien lo que nos hace humanos conscientes: la memoria.